En breve se cumplirán cuatro años desde que pisé la capital del mundo, esa ciudad donde todo el mundo sueña con visitar, esa ciudad donde todo puede ocurrir. De aquel viaje me llevé miles de instantes, risas, fotos, pero sobretodo recuerdos. Todos y cada uno de ellos, increíbles.
Hoy, día señalado en todo el mundo, no puedo evitar acordarme de aquel momento. Después de una tarde agotadora de tiendas, evidentemente, no podían faltar las compras en aquel viaje. Debíamos cumplir una visita obligada, no por el morbo, ni mucho menos. Pero aquello, es digno de experimentar. Sientes que el tiempo se detiene, aunque tu cabeza da vueltas y vueltas. Yo en aquel instante, sólo podía imaginar aquellas enormes estructuras de hierro y acero, que formaban aquella inmensa explanada, derrumbándose. Y yo, allí, en medio, de todo, del miedo, los gritos y el pánico, aunque no podía oír nada. Era esa sensación que reflejan mucho en el cine, tú estás allí, viéndolo todo, sin embargo, nadie te ve, ni puedes sentir nada. Hoy, casi cuatro años después de aquello, aún sigo recordándolo cada vez que veo o escucho noticias de aquella mañana de 2001. 11 años después estoy segura que todos seguimos recordando qué hacíamos, dónde y con quién estábamos cuando nos enteramos de aquel terrible suceso. Yo apenas tenía seis años y podría narrároslo a la perfección. Es de esas cosas, que cuesta borrar de la memoria, por mucho que pasen los años.
ARSC.
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