ARSC

martes, 27 de septiembre de 2011

Tres de marzo.

Era un día gris, de esos de lluvia en los que las calles están desiertas. La gente prefiere quedarse en casa antes que salir. Yo no era un excepción. Durante estos días adoraba mirar por la ventana como caían las gotas, ver la gente pasar toda abrigada, abrazada a quien quieren teniendo como excusa el frío sólo para sentir el calor de esa persona.
Sin embargo ese día gris sólo pensaba en una cosa. Estar en la cama tumbada sobre el pecho de él, solamente él y yo. Poder oír su respiración al compás de todos y cada uno de sus latidos. Pero no pudo ser así, sin embargo, me conformo con poder pensar que algún día lo conseguiré.

ARSC.

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